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La repostería creativa ha desatado una auténtica fiebre por los pasteles que parecen otras cosas. El problema es que algunos alcanzan tal nivel de realismo que dan un poco de yuyu, sobre todo cuando los seres u objetos replicados generan más repelús que apetito. El caso más popular es el de la pitón de North Star Cakes, una tarta que alcanzó tal popularidad que ha generado todo un submovimiento de repostería ofidia. Para los que se quieran iniciar en el culto pastelero de Slytherin, existe un blog monotemático llamado The Snake Cake.
Otra repostera que ha cruzado los límites del buen gusto es Sarah Hardy. Su pastel de pollo crudo es tan brillante en ejecución como repulsivo a la vista, con esa piel entre rosa y amarillenta y esos bultitos tan logrados. ¿A quién le puede apetecer algo así?
La reproducción de animales da mucho juego a los enfermos de esta clase de pasteles. Entre los más amenazadores que he encontrado están este cangrejo cocido
Los máximos niveles de incorrección en repostería los alcanzan sin ninguna duda los pasteles que reproducen bebés, relativamente habituales en los baby-showers estadounidenses. Todos son macabros, pero hay algunos que superan todo lo imaginable.
Esta mujer con tan buen gusto tuvo como pastel de boda una exquisita reproducción de sí misma. Es el sueño de toda novia: que la devoren los invitados.
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